Una de las cosas que más nos apetecía mostrar en este blog eran algunos de los mil relatos que Carmen y yo hemos escrito sobre nuestros distintos personajes. Muchos de ellos son sobre su pasado, otros sobre cómo se han sentido tras eventos que han sucedido en la partida y otros sobre escenas que no se han podido explorar en la partida y que son un añadido a los sucesos de la misma.
Este primer relato es de Meredith, mi personaje de El Resurgir del Dragón, al día siguiente de que se encontrara con su amado dragón tras más de un año sin verle. ¡Espero que os guste!
A la mañana siguiente todos se despertaron muy temprano con la voz de Gamaya. Para algunos fue el sonido de un nuevo día, para los que querían volver a dormir fue más bien una maldición. Meredith aprovechó para levantarse y marchar antes de que la vida en el pueblo comenzase con el nuevo día. Acudió, lo más discreta posible, al lugar donde tras tantos meses ella y Khiraph se habían vuelto a ver, al lugar donde habían declarado su amor. Sin embargo, poco encontró allí más allá de la destrucción del fuego del dragón. Una parte de ella esperaba volver a encontrar a Khiraph sentado en aquella roca, con su mirada altiva, pero sólo eran las fantasías de una niña que quería pasar más tiempo con aquel al que amaba.
«Ha sido demasiado breve», «quiero estar más tiempo con él» se repetía una y otra vez. En su mente ya imaginaba cómo sería su próximo encuentro. Meredith quería pasear, comer o bailar junto a él. Quería dormir a su lado, sintiendo su fuego interno. Quería besarle, abrazarle y tocarle, pero sabía que para ello aún debía esperar hasta llegar a Azur.
Recordó su verdadera forma: fuerte, imponente y bella. Tal vez no fuera tan grande como ella lo había imaginado todos estos años, pero para Meredith era el ser más hermoso de todo Voldor. En su mano recreó la imagen del dragón tal y como la había visto el día anterior. La viva imagen del poder. Al fin podía crearlo tal y como era en sus dibujos e ilusiones.
Meredith pasó varias horas allí. Se tumbó en una pradera, cerca de la colina que no había sido arrasada por el fuego del dragón, y miró al cielo recordando que al fin, tras toda una vida encerrada, era libre. Ya no pertenecía a la oscuridad de Azhek, su vida ya no estaba ligada a un culto de locos y asesinos. Comenzaba a descubrir un nuevo mundo, un lugar donde tenía amigos que la aceptaban, un lugar donde podía decidir su propio camino, un lugar donde podía amar y mostrar su amor sin represalias. Amaba esta nueva vida.
La joven no calculó el tiempo que pasó allí contemplando el movimiento de las nubes. Volvió al mundo real cuando escuchó unos pasos apresurándose hacia ella. Era Berta, quien al ver que Meredith se encontraba bien le sonrió cálidamente.
—Supuse que estarías aquí. Debes avisar antes de marcharte Meredith, estábamos preocupados por ti.
—Lo siento —respondió—. Solo… Bueno, tenía la esperanza de que si volvía aquí antes de que nos marcháramos le encontraría. Pero no ha sido así.
—Volverás a verle. Seguro que antes de lo que piensas.
Meredith sonrió con ternura y, en ese momento, se percató de que sus ojos estaban húmedos de felicidad. No pudo evitar volver a mirar el cielo y susurrar una frase que algunos de sus compañeros ya habían escuchado en un pasado:
—Ojalá un dragón rojo pasará por aquí… —sin embargo, en esta ocasión fue más concreta—. Ojalá ese dragón fuera Khiraph.
***
Berta le tendió la mano y juntas fueron a la posada junto con sus otros compañeros. En ellos se podía seguir viendo la tristeza de lo que les había sucedido el día anterior. Meredith no sabía de forma precisa lo que había ocurrido, pero tras haber visto sus caras la pasada noche había decidido no preguntar. Se sentía culpable por no haberles ayudado, pero, sin embargo, no se arrepentía de la decisión tomada.
Dibujo de Carmen