RelatoS (Risa)

RelatoS (Risa)

En julio el narrador con el que llevo jugando toda la vida me dijo de comenzar una campaña de Leyenda de los 5 Anillos. Hasta febrero, que fue el momento en el que comenzamos la partida, tuve tiempo para pensar mi personaje y tenía tantas ideas y me estaba gustando tanto el resultado que decidí escribir rasgos de la personalidad o momentos de la vida del personajes en un documento donde recopilaba relatos cortos de Shinjo Risa, este nuevo personaje. En este post recopilamos cinco de esos relatos que escribí sobre ella. ¡Espero que los disfrutéis!

UNA PROMESA EN EL LAGO 

Risa nunca olvidaría la promesa que hizo a su hermana Kohana dos años atrás. Recuerda cómo la llevó por todo el bosque en aquella silla que habían construido exclusivamente para ella para llevarla al precioso lago donde ambas siempre jugaban juntas. La pequeña de las hermanas sonreía de un modo fingido mientras la mayor, estaba extrañamente seria y alicaída.

Dos noches atrás Risa había tenido una fuerte discusión con sus padres tras haber entregado la tercera carta a un supuesto prometido para su hermana. Todos eran hombres que vibraban fracaso y tristeza. Ella jamás permitiría que Kohana, la persona más dulce de todo Rokugan y más allá, se casara con alguien así. Además, sentía una fuerte decepción hacia sus padres, quienes siempre decían que se casarían por amor. Sin embargo, la pequeña había perdido esa opción por un accidente a caballo en el que los culpables, a ojos de Risa, habían sido los otros tres miembros de la familia. 

Tras aquella discusión la joven Bushi había encontrado a su hermana fingiendo una sonrisa pero con los ojos aún húmedo por las lágrimas. Desde aquel día su cara había sido la misma: Seria y completamente triste. Parecía que nada de lo que sucediera a su alrededor la ayudaba a animarse. Había sido Kohana quien le había dicho de ir al lago y Risa, sin poder negarse a las peticiones de su hermana, había accedido. 

Cuando llegaron al lugar Kohana le pidió a Risa que le hablara de las personas más extravagantes que había conocido en sus viajes como emisaria. Al principio comenzó a hablar extrañada pero, al poco rato, ambas reían con los extraños ruidos que realizaba un señor del Clan de la Grulla y como toda su corte contenía su risa con gestos bochornosos. 

—Me encanta cuando ríes así.—dijo Kohana casi en un susurro.

—¿Acaso no estás enfadada conmigo, con todos?—replicó Risa, volviendo a ese abatimiento con el que llevaba días cargando.

—Estoy enfadada con padre y madre por no cumplir la promesa que nos hicieron de niñas. Tu no tienes la culpa de nada, al revés, me has defendido y aún en esta situación sigues buscando lo mejor para mí. 

—Pero por mi culpa… tú…—Kohana no le permitió terminar la frase. Risa nunca la había escuchado gritar, pero aquel día lo hizo:

—¡¡¡NO FUE TU CULPA!!!

Tras aquel grito, ambas hermanas rompieron en un mar de lágrimas. Apenas tardaron un par de segundos en abrazarse, mientras los llantos seguían escuchandose en el lugar. Cuando las palabras volvieron a salir de los labios de ambas se dijeron lo mucho que se querían: Risa solo quería que Kohana fuera feliz y Kohana solo quería que Risa fuera feliz. 

Ese día la mayor de las hermanas prometió a la menor que la haría feliz costase lo que costase. Para sellar aquella promesa trenzó algunos mechones que caían en el lado izquierdo de su rostro. Sin embargo, Risa no había aprendido nada de aquella conversación, pues en el fondo no solo era la felicidad de su hermana aquello que buscaba, si no dejar de sentir aquel dolor en el pecho el cual tenía dos nombres propios: Arrepentimiento y culpabilidad. 


MI CORAZÓN NO DEBERÍA PALPITAR TAN RÁPIDO

Nadie era lo suficiente buen prometido para mi hermana Kohana. Todos los que se presentaron me parecieron samuráis desgraciados que jamás apreciarían su dulzura y que seguro no la harían sonreír. Sin embargo, Kaiu Jiro era diferente. El segundo hijo de una familia menor del clan cangrejo, creaba ballestas y todos decían que no era nadie destacable. Yo también pensaba lo mismo cuando fui a entregarle la primera carta. En mi mente ya vislumbraba el conflicto que tendría con mis padres cuando les dijera que el muchacho seleccionado no era lo suficientemente bueno para mi hermana. 

Reconozco que antes de entregarle la primera carta le espié. Usé las técnicas aprendidas por mi padre para esconderme tras el porche que daba paso al patio. Creo que podría no haber sido descubierta incluso sin usar ninguna técnica. El joven estaba ensimismado en el cuidado de su jardín mientras lo decoraba con unas figuras de madera que parecía haber creado él mismo. Sonreía con sinceridad y de corazón, amando aquello en lo que estaba tan concentrado. Era mucho mejor que los anteriores aunque… PLAF… Pareciera bastante torpe.

En ese momento aparecí casi de la nada, como un rayo, para socorrerle y levantarle del suelo. Sí, se había caído al tropezarse con una de sus propias figuras. Tras eso me presenté conteniendo la risa ante tan extraña escena. Fue él quien emitió la primera carcajada y no pude contenerme, acompañándole con mi propia risa. Supe desde el momento que rió que había encontrado a la persona perfecta para mi hermana. Le entregué la carta y no dudé en hablar con él, tal vez durante más rato de lo que ambos creímos. Descubrí que era inteligente, divertido, alocado y… tremendamente torpe. Aun así, era perfecto para ella.

El problema surgió cuando mi corazón palpitaba con fuerza al entregarle la segunda carta. En esa visita y en todas las siguientes volvimos a hablar durante horas, mucho más de lo que debíamos y la amistad y el cariño fue desarrollándose cada vez más. Solo tenía palabras positivas de Kaiu Jiro pero, aunque la contención no fuera lo mío, detendría mis propios sentimientos por Kohana. Seguro que dentro de muy poco encontraría a nuevas personas que me harían ver al joven del Clan Cangrejo solo como un amigo.


ALMAS GEMELAS

Todas las personas que conocían a Risa decían que su yegua era igual a ella. En ocasiones parecía que ambas se comunicaban y se reían juntas con las mismas tonterías. Incluso compartían comida favorita: los melocotones. Era bien conocido que la bushi llamó a su yegua Momo por su pasión hacia esa fruta. Decía que llamaría a su compañera con el nombre de aquello que más amaba y… No mintió. 

Era común ver a Risa y a Momo caminando juntas por el poblado. La samurái solía comer medio melocotón para luego, al escuchar las quejas de la yegua, lanzárselo y que ésta la cogiera en el aire. A veces simplemente se veía a la joven subida en un árbol frutal holgazaneando mientras le lanzaba algunas frutas a Momo. Si alguien la increpaba siempre se excusaba diciendo que estaba buscando los alimentos de su yegua, mientras abajo esta parecía reírse de la repetitiva broma de su dueña. 

Sin embargo, a la hora de la verdad, ambas eran las mejores. Corrían como el rayo y se coordinaban a la perfección habiendo evitado a lo largo de los años numerosas emboscadas y siendo siempre capaces de cumplir su deber como emisarias del clan unicornio. 

Eran las mejores amigas. Cuando Risa se desmayó, Momo no dudó en protegerla con su cuerpo y, cuando ambas eran heridas en batalla, la samurái curaba las heridas de su yegua antes que las suyas propias. No podían vivir la una sin la otra. 


UN DESASTRE LLAMADO RISA 

La joven Shinjo Risa jamás pasó inadvertida en una corte. Por desgracia, nunca fue para bien. La primera vez que asistió a esos lugares no dudó en decir muy convencida que un samurái mentía a la persona con la que conversaba. El hombre respondió con un sorprendido “Estoy siendo cortés” y Risa replicó con demasiada seguridad que no lo era, sino que era un mentiroso. 

…Minutos después su madre se batía a duelo contra aquel samurai…

Aquel mismo día tanto su padre como su madre reprendieron a la niña. Sin embargo, no aprendió mucho de aquella regañina y tampoco de ninguna de las que vinieron después. Seguía siendo un completo desastre en sociedad y nunca pasaba indiferente entre las personas con las que se rodeaba, a veces para bien pero, generalmente, para muy mal. Fue por esta situación que desde muy joven aprendió el arte del duelo. No era algo con lo que disfrutase, pero demostraría su verdad aunque fuera con la espada. Además, no quería permitir que fuera su madre quien enfrentara a las personas que ella había ofendido. 

Con los años, cuando comenzaron sus andanzas como emisaria, aprendió ligeramente a morderse la lengua ante sus superiores. Sin embargo, a veces no podía evitar soltar algún comentario desafortunado, una verdad demasiado sincera o una broma a quien no debería. Por suerte para sí misma, era realmente buena en su trabajo y en sus capacidades con las armas, sino, era más que probable que ya estuviera muerta. 


 TU NO ME ROBARÁS NINGÚN BESO

Risa era esa persona tremendamente sociable y, al mismo tiempo, completamente inalcanzable para aquellos que habían intentado cortejar con ella. Era muy común verla reírse entre bromas con otros miembros jóvenes del clan. Sin embargo, más allá de la diversión era muy complicado ver a la joven hablando de sí misma más allá de simples temas banales. Sus secretos y sueños más profundos parecía guardarlos bajo llave en su corazón y entre sus labios.

No era que Risa no quisiera confiar en ellos, sino la inquietud de que sus miedos fueran revelados, a la vez del temor de que aquellas personas que se le acercaran huyeran decepcionados al saber todos los sentimientos de culpa, arrepentimiento, oscuros deseos e inquietudes que guardaba en sí misma.  

Sin embargo, fue ella misma la que quedó decepcionada tres años atrás con dos muchachos unicornios a los que creía sus amigos. A espaldas de ella apostaron quién sería el primero en cortejarla para poder conocer más de la joven. Risa nunca supo que uno de los dos quiso demostrar lo capaz que era en el arte de la palabra, mientras que el otro parecía tener sentimientos sinceros con ella. Para la protagonista de esta historia los dos fueron el primer chico cuando terminó.

El primero de los dos, Shinjo Nobuo, fue el primero en lanzarse. Durante varias semanas parecía esperar a Risa en aquellos lugares donde siempre caminaba, le obsequiaba con algún melocotón y la invitaba a compartir muchos vasos de sake. Sin embargo, apenas conseguía avances con la joven. Una noche se lanzó y Risa sorprendida solo pudo quitar la cara lo más disimuladamente posible dentro de su embriaguez. El encuentro quedó como algo donde ninguno de los dos dijo nada en los siguientes días.

El segundo chico, Iuchi Keisuke, tuvo incluso menos suerte. Al principio se acercaba a ella con timidez, con miedo a sugerirle un encuentro a solas. Cuando fue capaz de atreverse, Risa aceptó con una sonrisa. Mas esa misma tarde, en su refugio en lo alto de un melocotonero, pudo escuchar una conversación entre los dos participantes de la apuesta donde el Shinjo le decía al Iuchi que no conseguiría nada y que los dos perderían la apuesta.  

Al escuchar esa palabra Risa se marchó del árbol sin que nadie se diera cuenta. En su huida tenía los ojos cubiertos de lágrimas, ya que sentía que aquella amistad no era más que un juego con sus propios sentimientos. No se quedó a observar como el joven Iuchi confesaba a su amigo que su amor era real, que quería estar junto a ella y que había usado la apuesta como una excusa.

Cuando se encontraron aquella noche, Risa parecía normal. La misma chica que gastaba bromas y sonreía con facilidad. El chico bebió más de la media y cuando la Luna estaba en lo más alto del cielo, se lanzó en su primer beso. La única respuesta que obtuvo fue un manotazo de Risa en la cara, que sonaría hasta en las cortes del Clan Cangrejo. Con un “No volváis a jugar conmigo” se marchó. 

Varios días después y llenos de vergüenza los dos jóvenes se disculparon y le contaron la verdad a Risa. Aceptó la disculpa, pero no quiso emparejarse con el shugenja ya que sus sentimientos no eran los mismos que los de él. Aún así la amistad entre los tres no volvió a ser igual que al principio y con los años cada uno de ellos siguió un camino diferente.

Tras aquella experiencia Risa fantaseó con cómo sería su primer beso con una persona que le atrajera de verdad. ¿Sería alguien capaz de robarlo y ser más ágil que la mano de ella?, ¿o sería la joven quien se lanzaría apasionadamente a los brazos de alguien especial? 

Dibujo de Carmen