2022: DIFÍCIL, MUY DIFÍCIL

2022: DIFÍCIL, MUY DIFÍCIL

Como cada año siempre me gusta escribir un artículo despidiéndome del año y dándoos las gracias por leer las cosas que publico (aunque por desgracia este año ha sido bastante poquito). Para mí ha sido un año maravilloso a la vez que complicadísimo. Ha sido el año de encontrarme con personas increíbles, de hacer nuevos amigos y comenzar proyectos que me ilusionan un montón, pero también ha sido el año de decir adiós a campañas con las que he compartidos grandes momentos y que llevaba años jugando, y sobre todo de cerrar puertas con personas que no me hacían bien. 

Cambios, adulting, proyectos e inseguridades varias me han dificultado mucho el año a la hora de escribir. He pasado por un síndrome del impostor tremendo durante meses donde todo lo que jugaba o creaba me parecía terrible y no estaba bien conmigo misma. Aún así, he podido escribir varios relatos en conjunto con amigues, he escrito mi primer relato erótico (lo siento mucho pero ese no lo podréis leer en el blog) y algún que otro artículo. Pero, lo más importante es que estoy volviendo a sentirme bien y segura con esta afición que me apasiona tanto como es el rol. 

Gracias a todas esas personas que quieren compartir sus historias y mundos conmigo.

Gracias a todos los narradores que han confiado en mí para darle una chispa de pastel o de locura a sus historias.

Gracias a todos esos compañeros de mesa que siempre tienden la mano y te hacen sentir a gusto y cómoda. 

Gracias a todos esos memes, risas y bromas entre compis de partida que hacen que incluso en los días más grises salga el sol.

Pero sobre todo, gracias a todos mis amigues, y a aquel que es más que amigo, que me animan a crear, jugar, escribir, que me aconsejan y que aún cuando yo no confío en mí, ellos lo siguen haciendo y me dan fuerzas para lanzarme a mil aventuras. Os quiero muchísimo. 

No sé cuánto publicaré en 2023, pero espero disfrutar y que disfrutéis de las cosillas que se vengan, en forma de relatos, artículos y espero que también de semillas de aventura, pero sobre todo os deseo que tengáis otro año más de pastel. 

¡Muchas gracias por seguir leyéndonos!

Una historia a cuatro manos

Una historia a cuatro manos

Con la partida de Harry Potter Victoriana y el grupo de Discord que se formó a través de ella descubrí el rol escrito. Por desgracia, apenas tuve tiempo para que Nadine viviera grandes escenas con las HP-sonas que se habían creado las miembros y, en general, solo me dediqué a leer aquellas historias que se creaban entre cuatro, seis o doce manos. 

Sin embargo, en Jazz and Despair (Vampiro 5º edición) y Anshin Ritsumei (Leyenda de los Cinco Anillos) compartí algún que otro texto con mis compañeras donde se desarrolló un poco más la personalidad de los personajes y cómo se relacionaban entre ellos. 

Este tipo de relatos entre dos o más de los personajes de una partida de rol suceden antes, durante o después de las propias partidas. En estos podemos encontrar el momento de cómo dos  personajes se conocieron, como vivieron un fugaz primer amor o la noche en vela que pasó un grupo antes de una gran batalla y que no se pudo rolear en mesa. 

Si tenéis tiempo y vuestra mesa, o algunas de las personas de vuestra mesa, se quieren unir a algo así es algo que recomiendo y puede ser realmente enriquecedor. Puede dar lugar a descubrir nuevas cosas de vuestros propios personajes o el de tus compañeros de mesa. También puede dar lugar a conocer mejor las relaciones que existen entre ambos y crear así una mayor profundidad en ellas. 

A continuación os dejo un relato que escribí  con mi compañera de L5A, Miriam, de nuestros personajes cuando eran niñas. Esto es porque ambas pjs son primas y siempre han hecho muchas trastadas juntas:


Aventuras, juegos y posibles trastadas

A Risa le gustaban las visitas de su prima Seiko. Disfrutaba de cómo siempre llegaba con una cara muy seria para terminar sonriendo ampliamente, de cómo le enseñaba juegos lejanos y de cómo parecía disfrutar de las extrañas bromas de la niña. En estos momentos la joven Shinjo tenía 9 años y, como prima mayor que era, debía enseñar a su invitada todo sobre los lugares que había descubierto en los meses que habían pasado desde su anterior visita. 

En esta visita Risa quería enseñarle a Seiko un lago rodeado de flores que había descubierto tras el bosque en una de sus prácticas a caballo junto a su madre. Era el lugar más bonito que había visto en su corta vida y quería compartirlo con su prima. Además, la niña dragón tenía un nuevo juego que enseñarle. No podía esperar a ver como era y a ganarle. 

— ¡Venga, vamos! —decía entusiasmada mientras corría casi sin mirar por un descuidado bosque, lleno de ramas salientes y piedras sueltas. De vez en cuando se giraba para mirar a Kitsuki Seiko mucho más atrás, retándola a que corriera más rápido. Decía comentarios como:— ¡Vamos Seiko! ¡Hasta Kohana va más rápido que tú! Además si no corremos atardecerá y no podré enseñarte ese sitio especial y tú no podrás enseñarme ese juego nuevo que has aprendido.

Ya casi podía ver la luz del resplandeciente lago al final del bosque. 


La niña Dragón había anhelado esta visita durante mucho tiempo. No hizo pregunta alguna de cuándo partirían, pero su padre, conocedor de sus deseos, le comunicó la noticia en cuanto vio que su hija terminó de meditar. Ella por toda respuesta asintió y le sonrió. Apenas llegó a las tierras del Unicornio y cumplió con las formalidades que se le requerían, corrió a ver a Risa y Kohana.

Seiko se encontraba a menudo contemplando a su excéntrica prima, las preguntas se acumulaban en su cerebro: ¿Cómo podía sonreír tanto después de tantos castigos? ¿Se mantendría así con los años? Una parte de ella esperaba que sí, aunque la irritaba y la hiciese poner los ojos en blanco… acababa riendo a carcajadas y uniéndose a ella en sus travesuras. Pero por otra parte, sabía que de mantenerse la actitud de Risa conforme crecieran, posiblemente le traería problemas. Los adultos reaccionaban mal ante sus comentarios siendo pequeña, cuando alcanzase la adultez sería peor.

Los gritos de la Shinjo la trajeron a la realidad. Tanto tiempo anhelando poder venir a ver a sus primas, y se ponía a divagar… la niña frunció el ceño. La distancia entre ambas había crecido más de lo que esperaba, intentó apretar el paso con poco éxito —¡Es fácil reírse de tu adversaria cuando el terreno te favorece! ¡En las tierras del Dragón la cosa cambiará! 


Risa dejó escapar una sonora carcajada ante el comentario de su prima. Era la mejor moviéndose en estos terrenos y seguro que los bosques del dragón tampoco serían nada para ella. Sin embargo no dijo nada y solo lanzó uno de los muchos melocotones que siempre llevaba escondidos en lugares recónditos a su prima. Cualquiera que conociera mínimamente a la niña sabía que compartir una de sus sagradas frutas era una muestra de gran afecto, sin embargo había que tener cuidado con ellas y cogerlas en el aire. No hacerlo sería una terrible ofensa para Risa y un gran moratón para la persona que la hubiera recibido.

Le agradaba Seiko y era claramente notorio. La niña no se escondía ante quienes llamaban su atención o su carácter le agradaba. Veía a su prima aparentando formalidad, pero luego le gustaba divertirse, correr, jugar y descubrir cosas nuevas. Era natural y eso a Risa le gustaba. Paró de lleno a ver el destino al que quería llevarla y llamó a la niña que caminaba detrás a duras penas. 

—¡Prima! —gritó tan fuerte que casi asustaría a Seiko—. Ya hemos llegado, seguro que ningún lugar de las tierras del dragón es tan increíble. 

El lugar ante sus ojos era realmente hermoso. Un prado lleno de flores de todos los colores que decoraban la hierba como pequeñas motas de pintura. Al lado había un gran lago con agua cristalina donde, en los meses de verano (y para Risa en cualquier mes), era realmente placentero bañarse. Se escuchaban los pájaros por la praderas y, de vez en cuando, alguno se posaba cerca del lago a refrescarse. Era un lugar bucólico, como una hermosa pintura que se encontraría en alguna corte. Sin embargo era mucho mejor: poder escuchar, oler, tocar y, en general, sentir. Era bastante claro que este lugar se había convertido en el refugio de Risa. Seiko escucharía reír a la niña que se lanzó rodando por la pradera hasta que la joven dragón dejó de escuchar. ¿Le habría pasado algo?


Seiko se esforzó por correr aún más rápido y asomarse a la pradera por la cual Risa se había lanzado. Resolló, apoyando sus manos en los muslos. El melocotón manchó el ropaje de la niña, quien no se dio cuenta del detalle.

-Risa, no sé como Kohana sigue viva si le das estos sustos a menudo… -pese a la regañina sonrió y se lanzó ella también mientras reía a carcajadas.

Se detuvo junto a Risa y observó a su alrededor. Su prima no mentía, incluso un kami podría sentir envidia de la belleza que desprendía ese lugar. El lago invitaba a sumergirse en sus aguas centelleantes y descubrir qué plantas se ocultaban en su fondo, qué especies habían encontrado allí su hogar… . Si hubiese estado sola, probablemente se hubiese puesto a cantar algo acompañada de los pájaros. Pero quería que ambas disfrutasen del tiempo que tenían.

-Shinjo Risa, del Clan Unicornio… -imitó el tono serio y aburrido del vasallo de la familia de su prima, encargado del cuidado de ambas- ¿nadamos, jugamos o me cuentas qué has estado haciendo estos meses?


Risa casi saltó encima de su prima entre carcajadas cuando comenzó a imitar a Taniyuki, uno de los vasallos de su madre y uno de los sirvientes más pesados que podían existir. Pero cuando vio el kimono de Seiko manchado por el melocotón que le había lanzado se sorprendió, pensaba que su prima lo cogería seguro en el aire. No dudó en decir lo primero que se le pasó por la cabeza:

—¡Seiko! No has cogido el melocotón— Risa se veía casi ofendida porque su prima hubiera desperdiciado el mayor manjar de la existencia—. Eres casi tan torpe como Kohana.

Sin embargo, el enfado de la niña duró poco, ya que recordó que su prima debía enseñarle un nuevo juego que había descubierto en los últimos meses. Casi tiró de ella para llevarla a la parte del prado más cercana al lago, si quisieran las dos niñas podrían mojar sus pies mientras una agradable brisa les rozaba. Risa se sentó rápidamente en la hierba y tendió la mano a su prima ya que había descubierto lo torpe que era. 

—Tengo muchas ganas de que juguemos a ese juego del que me has estado hablando —le sacó la lengua de forma divertida y soltó la frase que sabía que motivaría a su prima a darlo todo—. Seguro que te ganaré. 


Seiko sonrió de lado, viendo las intenciones de Risa detrás de ese comentario, aún así, notó sus ganas de competir y ganar… .-¿Cómo vas a ganar si aún no sabes ni jugar?

Aceptó la mano que le tendía y se sentó en seiza, imitando a la perfección la postura que su abuela, Kitsuki Shiori, le había obligado a practicar y mantener durante horas en sus enseñanzas en el dojo.

-Este juego me lo ha enseñado mi padre hace un par de semanas. Lo descubrió durante uno de sus viajes a las tierras Grulla, y me lo trajo como regalo -reprimió una sonrisa de felicidad, no había nada que hiciese más feliz a la niña que los obsequios que su padre le traía tras sus viajes- Se llama Uta-garuta, aunque todo el mundo lo conoce como Karuta. Se trata de memorizar las parejas de cartas. Una jugadora leerá un poema y la otra buscará su pareja. Contra antes se memoricen los poemas, antes se podrá coger la pareja que le corresponde a cada poema. Hay dos barajas de 100 cartas. Unas de ellas están numeradas, poseen dibujos y tienen escrito un poema completo, así como el nombre de su autor; esta es llamada baraja de cartas yomifuda. La otra es la baraja de cartas torifuda. Esta posee las dos últimas frases de esos mismos poemas y no está numerada. ¿Alguna duda?


El rostro de Risa solo reflejaba agudeza ante la explicación de Seiko y una confianza en sí misma que era demoledora. Se había sentado con las piernas hacia un lado, rompiendo completamente con la formalidad que mostraba su prima y miraba el juego con una atención extraña de ver en la muchacha. La realidad es que Risa estaba memorizando cada palabra e imagen que se le presentaba de aquel juego. 

—Ninguna duda.—Respondió con ese orgullo divertido. Realmente a Risa no le importaba ganar o perder, aunque confiaba muchísimo en su cabeza, pero mostraba atención y una fuerte motivación ya que quería que su rival lo diese todo. Un juego donde una de las partes no se implicara todo lo que pudiera no era divertido.—Entonces, ¿Quién empieza a leer? 


-Empezaré yo.- Barajó las cartas rápidamente y las colocó ordenadamente sobre la hierba, comprobando primero la humedad para no estropear las cartas. Cogió la primera carta y leyó en voz alta- Al sentirme enfermo durante el viaje

…Mis sueños vagaron sobre un campo de hierba seca…

El prado fue un testigo cómplice de la concentración que ambas le dedicaron al juego. El lugar cambió sus colores sin que Seiko se diese cuenta a penas de ello. Al principio, las primeras rondas fueron a su favor… hasta que Risa le cogió al truco al juego. Ahora no había quién la abatiera. Por un lado le gustaba, era una digna adversaria, tenían semanas por delante para jugar y eso significaba que, cuando le ganase, habría mejorado mucho. No obstante, por otro lado… a regañadientes tuvo que admitir para sí misma que perder la frustraba, más de lo que quería reconocer. No era mala perdedora, nunca gritaba ni ponía mala cara, felicitaba a su rival y disfrutaba de la partida. Solo que la disfrutaba más cuando ella era quién iba ganando.


Risa observó con atención las acciones de su prima en esas primeras rondas del juego. No esperaba ganar las primeras batallas pero, como su madre le había dicho en un pasado, lo importante era ganar la guerra. Tras varias rondas perdidas empezó a entender cómo funcionaba y empezó a jugar con una rapidez inusual, declarándose vencedora de todas las rondas que siguieron. Cuando terminaron Risa soltó una carcajada alegre, pero cuando vio la cara de Seiko, la cual no disfrutada una derrota decidió cambiar su gesto a una sonrisa divertida y con un:

—Pierdas o no, podrás comer melocotones esta noche. Y si quieres puedo guardar el secreto de tu derrota.—guiñó juguetona. Se veía claramente que a Risa le daba igual perder o ganar, pero que no podía evitar hacer bromas sobre la derrota de su prima. 

Cuando alzó la vista, El Sol comenzaba a ponerse entre las montañas. Hora de volver a casa. Su madre le decía que había bandidos y animales salvajes en la noche, y no quería que ocurriese nada malo a ella o a su prima, por lo que se levantó rápidamente, le tendió su mano y acompañó este gesto con un simple:

—Hora de volver a casa. Es tarde y seguro que el bosque de noche te asustaría. 


-¡No calles tu victoria! Si quieres contarla, hazlo. ¡Has ganado por mucho! Eso sí… un día te derrotaré, prima -Selló su promesa con una sonrisa. Recogió velozmente el juego, con cuidado de no estropearlo y agarró la mano de su prima. Al incorporarse, miró alrededor deseando poder volver en breve, era un lugar precioso.

– Ya podemos regresar .- La perspectiva de comer más melocotones no resultaba tan tentadora como Risa podría suponer, pero quiso hacerla feliz- E ir a por esos melocotones. El bosque no me asusta, pero tener que soportar los crujidos de tu barrigota y tus quejas por habernos perdido y no poder comer más melocotones… – simuló que temblaba y se agarró los brazos.


—¿Perdernos? Imposible, este lugar es mi hogar.—dijo con implacable seguridad.

Risa llevó a su prima por todo el camino que habían recorrido a un paso muy rápido temiendo no solo la llegada de la noche, sino la reacción de su madre al llegar a casa. No se equivocó, en la puerta de su casa, Seiko y Risa encontraron a dos figuras femeninas en la puerta. Las madres de ambas las reprendieron durante horas, sin embargo, sabían perfectamente que las niñas volverían a escabullirse cuando tuvieran posibilidad. Cuando volvieron a encontrarse rieron sin decir nada más, disfrutando de todas las emociones vividas aquel día.

Durante aquel viaje volvieron a corretear juntas, jugar al Karuta y vivir la infinidad de bromas estúpidas que Risa realizaba. Sin embargo, no visitaron más aquel lago: estaban castigadas.

FIN

Kitsuki Seiko
Shinjo Risa