Mucho más que una carta (Relato Risa L5A)

Mucho más que una carta (Relato Risa L5A)

Este es un relato que escribí de la crónica de L5A que juego. En este se muestra como crece la relación entre Shinjo Risa y Shoshuro Akira durante el tiempo que pasaron curando sus heridas. Además se muestra la relación con su hermana y los pensamientos que tiene respecto a muchos PJs y PNJs. ¡Espero que os guste!

El tiempo de convalecencia pasó mucho más rápido de lo que Risa hubiera imaginado. El motivo de ello tenía nombre propio: Shoshuro Akira. El joven escorpión, que también tenía que recuperarse de sus heridas, pasaba muchísimo tiempo con ella. Ambos compartían bromas, largas conversaciones, risas demasiado ruidosas y muchas, muchísimas muestras de intensa y reciente pasión. En más de una ocasión estuvieron a punto de descubrirles con los labios entrelazados y sus manos tocando el rostro o la cintura del otro, mas el buen oído de Akira parecía siempre prevenir las miradas indiscretas de la corte de Aomori. 

Uno de esos días, mientras los ojos del Shoshuro se mantenían cerrados en un agradable sueño, Risa se atrevió a escribir a Kohana. Recordaba las palabras de Kakita Goseki: los sentimientos podían ser un regalo, pero no paraba de pensar que tal vez para su hermana aquellos sentimientos fueran más una causa de preocupación que de alegría. Se preguntaba qué la intranquilizaría más si aquello que comenzaba a pasar con Akira (y que había conseguido hacer latir su corazón tanto o más que con Kaiu Jiro) o las heridas en la pierna (encima en las piernas…) provocadas por un ninja, por uno de verdad, de esos que solo existen en las historias de terror. 

Sin embargo, sacó todo su coraje y el pincel comenzó a deslizarse sobre el papel de un modo caótico a la vez que ordenado, tal y como era ella misma, hasta que Risa escribió el último trazo. En ese final, una voz conocida, sonó en la habitación. Parecía que Akira se había levantado en el momento oportuno:

—No sabía que tenías un amante. —Ante la expresión de incomprensión de la joven preguntó directamente:— ¿A quién escribes?

—A mi hermana pequeña —respondió Risa, apartando la carta lejos de la curiosidad del escorpión con dudoso resultado. 

Aunque no se lanzó para leer aquella carta sin su permiso, una oleada de preguntas curiosas salieron del joven escorpión sobre la hermana de Risa: qué edad tenía, si era parecida a ella, cómo se llevaban y si la echaba de menos. La unicornio respondió a todas las preguntas con la ilusión del más profundo amor. Sin embargo, entre anécdota y anécdota, el accidente a caballo surcó la memoria de Shinjo Risa. La chica que siempre hablaba se quedó muda unos instantes mientras en sus ojos se palpaba la tristeza y el arrepentimiento. 

Lo más probable es que Shoshuro Akira lo percibiera, pero no dijo nada al respecto. Simplemente rozó los labios de Risa de ese modo que sólo él sabía: sorprendiéndola, pero no haciéndola sentir incómoda con ello. Cuando se separaron los ojos del escorpión mostraban una intensa comprensión que sin hablar gritaba a voces: “cuéntamelo cuando te sientas preparada”. Sin embargo, en los labios de él sólo se veía una sonrisa pícara y un comentario descarado a la vez que estúpido: 

—He tenido el impulso de besar a la más bella de Aomori

Shinjo Risa no pudo evitar reírse ante aquella mentira tan tonta. Rozó su mano y decidió seguir aquel juego que hacía sentir su corazón tan vivo.

—Ten cuidado, las pálidas grullas se sentirán ofendidas. Aunque si quieres esta tarde puedo ser para ti una de ellas. 

Esta vez fue ella quien acercó sus labios para besarle, mas fue Akira quien sostuvo su rostro y unió su boca con la de la joven unicornio. Los dos compartieron un larguísimo beso donde se olvidaron de sus heridas, de sus problemas, de sus miedos, del ruido del exterior y de que todas las tardes el médico más paciente de Aomori iba a visitarles. Desde la puerta, los ojos de Agasha Gin observaron parte de la escena, mas ninguno de los dos se percató. Tampoco pudieron escuchar los comentarios de aquella que siempre iba con él (aunque nunca hubieran podido). Solo estaban ellos, una pasión casi sobrenatural y, con los pasos del joven médico marchándose, la única testigo de aquel momento era una carta que decía así:

Mi amada Kohana:

En primer lugar, quería disculparme por no haberte escrito mi carta en la primera semana como te dije cuando marché. Sin embargo, mis inicios en Aomori han sido intensos, mucho más de lo que yo misma habría pensado. No sé por dónde empezar a explicarte todo lo que ha sucedido estos días pero intentaré ser lo más clara posible. Solo te pido, que las cosas que te cuento en esta carta las mantengas en secreto de padre y madre, al menos por ahora. 

Te reconozco que una de las primeras acciones que hice al llegar aquí fue desobedecer las palabras de nuestro padre. Sí, me acerqué a los miembros del clan escorpión y, aunque la líder me resulta turbia y otro de los miembros parece más un enfadado fénix, he podido hacer a un amigo dentro de ese clan. Tiene el apellido de la que fue la amada de la abuela y es bromista, divertido, apasionado y con un peso en su corazón que aún no he logrado entender. Te confieso que ahora mismo duerme a mi lado, aunque no por el  motivo que seguramente piensas, pero ha hecho que mi adaptación a este lugar haya sido mucho más feliz de lo que yo misma imaginé. 

También he conocido a otras personas. Hay un joven del clan fénix que me trata con agradable afecto y me inspira mucha paz. Sin embargo, temo que le decepcionaré cuando me conozca más profundamente, cuando vea que para mí hay muchas cosas más importantes que el honor. O Agasha Gin, el médico de la corte, paciente y calmado. Me es raro porque nunca cambia de expresión, ni siquiera con las bromas, aunque su corazón solo me inspira serenidad. Las personas del clan grulla me son mucho más difíciles, aunque admiro al daimio y Kakita Goseki me parece realmente amable y dulce. Sin embargo, dentro de este clan, con quien más he tratado es con Doji Mizuki y creo que somos… ¿polos opuestos?

Pero, ¿sabes lo que me hizo realmente feliz? Nuestra prima, Seiko, está también en la corte de Aomori. Por lo que parece no ha crecido ni un centímetro desde los catorce años, sin embargo su mente cada día parece más aguda y más perceptiva. La verdad es que hemos hablado poco y espero encontrar un momento para que podamos ponernos al día. No entiendo por qué pero parece que se lleva muy mal con el escorpión que siempre está enfadado. Tal vez tenga una o muchas historias que contar de estos años… Ojalá estuvieras aquí y ponernos las tres al día durante toda una noche de charlas y risas.

Finalmente, y resolviendo la duda de porque mi amigo escorpión duerme conmigo, la verdad es que ambos estamos sanando nuestras heridas. Hay enemigos e intenciones ocultas en esta ciudad y debo protegerla con los métodos que sean necesarios. Por desgracia, y aunque pude derrotar a mi enemigo, tendrán que pasar algunos días hasta que pueda recuperarme. 

Te añoro. Deseo ver tu sonrisa, abrazarte y compartir el mundo juntas. Si en algún momento vienes a Aomori me gustaría llevarte al melocotonero de uno de los jardines y enseñarte todas las flores que los grullas cultivan con gracia. Por ahora, solo espero una carta tuya donde me cuentes cómo estás y cómo estáis: si habéis organizado alguna festividad, si tus flores en primavera comienzan a brotar, si madre ha batido su récord con el arco o si padre ha conseguido algún exótico objeto de más allá de Rokugan. 

Con todos mis sentimientos, 

Shinjo Risa. 

Shoshuro Akira
Shinjo Risa

Dibujo de @ItsBerru

RelatoS (Risa)

RelatoS (Risa)

En julio el narrador con el que llevo jugando toda la vida me dijo de comenzar una campaña de Leyenda de los 5 Anillos. Hasta febrero, que fue el momento en el que comenzamos la partida, tuve tiempo para pensar mi personaje y tenía tantas ideas y me estaba gustando tanto el resultado que decidí escribir rasgos de la personalidad o momentos de la vida del personajes en un documento donde recopilaba relatos cortos de Shinjo Risa, este nuevo personaje. En este post recopilamos cinco de esos relatos que escribí sobre ella. ¡Espero que los disfrutéis!

UNA PROMESA EN EL LAGO 

Risa nunca olvidaría la promesa que hizo a su hermana Kohana dos años atrás. Recuerda cómo la llevó por todo el bosque en aquella silla que habían construido exclusivamente para ella para llevarla al precioso lago donde ambas siempre jugaban juntas. La pequeña de las hermanas sonreía de un modo fingido mientras la mayor, estaba extrañamente seria y alicaída.

Dos noches atrás Risa había tenido una fuerte discusión con sus padres tras haber entregado la tercera carta a un supuesto prometido para su hermana. Todos eran hombres que vibraban fracaso y tristeza. Ella jamás permitiría que Kohana, la persona más dulce de todo Rokugan y más allá, se casara con alguien así. Además, sentía una fuerte decepción hacia sus padres, quienes siempre decían que se casarían por amor. Sin embargo, la pequeña había perdido esa opción por un accidente a caballo en el que los culpables, a ojos de Risa, habían sido los otros tres miembros de la familia. 

Tras aquella discusión la joven Bushi había encontrado a su hermana fingiendo una sonrisa pero con los ojos aún húmedo por las lágrimas. Desde aquel día su cara había sido la misma: Seria y completamente triste. Parecía que nada de lo que sucediera a su alrededor la ayudaba a animarse. Había sido Kohana quien le había dicho de ir al lago y Risa, sin poder negarse a las peticiones de su hermana, había accedido. 

Cuando llegaron al lugar Kohana le pidió a Risa que le hablara de las personas más extravagantes que había conocido en sus viajes como emisaria. Al principio comenzó a hablar extrañada pero, al poco rato, ambas reían con los extraños ruidos que realizaba un señor del Clan de la Grulla y como toda su corte contenía su risa con gestos bochornosos. 

—Me encanta cuando ríes así.—dijo Kohana casi en un susurro.

—¿Acaso no estás enfadada conmigo, con todos?—replicó Risa, volviendo a ese abatimiento con el que llevaba días cargando.

—Estoy enfadada con padre y madre por no cumplir la promesa que nos hicieron de niñas. Tu no tienes la culpa de nada, al revés, me has defendido y aún en esta situación sigues buscando lo mejor para mí. 

—Pero por mi culpa… tú…—Kohana no le permitió terminar la frase. Risa nunca la había escuchado gritar, pero aquel día lo hizo:

—¡¡¡NO FUE TU CULPA!!!

Tras aquel grito, ambas hermanas rompieron en un mar de lágrimas. Apenas tardaron un par de segundos en abrazarse, mientras los llantos seguían escuchandose en el lugar. Cuando las palabras volvieron a salir de los labios de ambas se dijeron lo mucho que se querían: Risa solo quería que Kohana fuera feliz y Kohana solo quería que Risa fuera feliz. 

Ese día la mayor de las hermanas prometió a la menor que la haría feliz costase lo que costase. Para sellar aquella promesa trenzó algunos mechones que caían en el lado izquierdo de su rostro. Sin embargo, Risa no había aprendido nada de aquella conversación, pues en el fondo no solo era la felicidad de su hermana aquello que buscaba, si no dejar de sentir aquel dolor en el pecho el cual tenía dos nombres propios: Arrepentimiento y culpabilidad. 


MI CORAZÓN NO DEBERÍA PALPITAR TAN RÁPIDO

Nadie era lo suficiente buen prometido para mi hermana Kohana. Todos los que se presentaron me parecieron samuráis desgraciados que jamás apreciarían su dulzura y que seguro no la harían sonreír. Sin embargo, Kaiu Jiro era diferente. El segundo hijo de una familia menor del clan cangrejo, creaba ballestas y todos decían que no era nadie destacable. Yo también pensaba lo mismo cuando fui a entregarle la primera carta. En mi mente ya vislumbraba el conflicto que tendría con mis padres cuando les dijera que el muchacho seleccionado no era lo suficientemente bueno para mi hermana. 

Reconozco que antes de entregarle la primera carta le espié. Usé las técnicas aprendidas por mi padre para esconderme tras el porche que daba paso al patio. Creo que podría no haber sido descubierta incluso sin usar ninguna técnica. El joven estaba ensimismado en el cuidado de su jardín mientras lo decoraba con unas figuras de madera que parecía haber creado él mismo. Sonreía con sinceridad y de corazón, amando aquello en lo que estaba tan concentrado. Era mucho mejor que los anteriores aunque… PLAF… Pareciera bastante torpe.

En ese momento aparecí casi de la nada, como un rayo, para socorrerle y levantarle del suelo. Sí, se había caído al tropezarse con una de sus propias figuras. Tras eso me presenté conteniendo la risa ante tan extraña escena. Fue él quien emitió la primera carcajada y no pude contenerme, acompañándole con mi propia risa. Supe desde el momento que rió que había encontrado a la persona perfecta para mi hermana. Le entregué la carta y no dudé en hablar con él, tal vez durante más rato de lo que ambos creímos. Descubrí que era inteligente, divertido, alocado y… tremendamente torpe. Aun así, era perfecto para ella.

El problema surgió cuando mi corazón palpitaba con fuerza al entregarle la segunda carta. En esa visita y en todas las siguientes volvimos a hablar durante horas, mucho más de lo que debíamos y la amistad y el cariño fue desarrollándose cada vez más. Solo tenía palabras positivas de Kaiu Jiro pero, aunque la contención no fuera lo mío, detendría mis propios sentimientos por Kohana. Seguro que dentro de muy poco encontraría a nuevas personas que me harían ver al joven del Clan Cangrejo solo como un amigo.


ALMAS GEMELAS

Todas las personas que conocían a Risa decían que su yegua era igual a ella. En ocasiones parecía que ambas se comunicaban y se reían juntas con las mismas tonterías. Incluso compartían comida favorita: los melocotones. Era bien conocido que la bushi llamó a su yegua Momo por su pasión hacia esa fruta. Decía que llamaría a su compañera con el nombre de aquello que más amaba y… No mintió. 

Era común ver a Risa y a Momo caminando juntas por el poblado. La samurái solía comer medio melocotón para luego, al escuchar las quejas de la yegua, lanzárselo y que ésta la cogiera en el aire. A veces simplemente se veía a la joven subida en un árbol frutal holgazaneando mientras le lanzaba algunas frutas a Momo. Si alguien la increpaba siempre se excusaba diciendo que estaba buscando los alimentos de su yegua, mientras abajo esta parecía reírse de la repetitiva broma de su dueña. 

Sin embargo, a la hora de la verdad, ambas eran las mejores. Corrían como el rayo y se coordinaban a la perfección habiendo evitado a lo largo de los años numerosas emboscadas y siendo siempre capaces de cumplir su deber como emisarias del clan unicornio. 

Eran las mejores amigas. Cuando Risa se desmayó, Momo no dudó en protegerla con su cuerpo y, cuando ambas eran heridas en batalla, la samurái curaba las heridas de su yegua antes que las suyas propias. No podían vivir la una sin la otra. 


UN DESASTRE LLAMADO RISA 

La joven Shinjo Risa jamás pasó inadvertida en una corte. Por desgracia, nunca fue para bien. La primera vez que asistió a esos lugares no dudó en decir muy convencida que un samurái mentía a la persona con la que conversaba. El hombre respondió con un sorprendido “Estoy siendo cortés” y Risa replicó con demasiada seguridad que no lo era, sino que era un mentiroso. 

…Minutos después su madre se batía a duelo contra aquel samurai…

Aquel mismo día tanto su padre como su madre reprendieron a la niña. Sin embargo, no aprendió mucho de aquella regañina y tampoco de ninguna de las que vinieron después. Seguía siendo un completo desastre en sociedad y nunca pasaba indiferente entre las personas con las que se rodeaba, a veces para bien pero, generalmente, para muy mal. Fue por esta situación que desde muy joven aprendió el arte del duelo. No era algo con lo que disfrutase, pero demostraría su verdad aunque fuera con la espada. Además, no quería permitir que fuera su madre quien enfrentara a las personas que ella había ofendido. 

Con los años, cuando comenzaron sus andanzas como emisaria, aprendió ligeramente a morderse la lengua ante sus superiores. Sin embargo, a veces no podía evitar soltar algún comentario desafortunado, una verdad demasiado sincera o una broma a quien no debería. Por suerte para sí misma, era realmente buena en su trabajo y en sus capacidades con las armas, sino, era más que probable que ya estuviera muerta. 


 TU NO ME ROBARÁS NINGÚN BESO

Risa era esa persona tremendamente sociable y, al mismo tiempo, completamente inalcanzable para aquellos que habían intentado cortejar con ella. Era muy común verla reírse entre bromas con otros miembros jóvenes del clan. Sin embargo, más allá de la diversión era muy complicado ver a la joven hablando de sí misma más allá de simples temas banales. Sus secretos y sueños más profundos parecía guardarlos bajo llave en su corazón y entre sus labios.

No era que Risa no quisiera confiar en ellos, sino la inquietud de que sus miedos fueran revelados, a la vez del temor de que aquellas personas que se le acercaran huyeran decepcionados al saber todos los sentimientos de culpa, arrepentimiento, oscuros deseos e inquietudes que guardaba en sí misma.  

Sin embargo, fue ella misma la que quedó decepcionada tres años atrás con dos muchachos unicornios a los que creía sus amigos. A espaldas de ella apostaron quién sería el primero en cortejarla para poder conocer más de la joven. Risa nunca supo que uno de los dos quiso demostrar lo capaz que era en el arte de la palabra, mientras que el otro parecía tener sentimientos sinceros con ella. Para la protagonista de esta historia los dos fueron el primer chico cuando terminó.

El primero de los dos, Shinjo Nobuo, fue el primero en lanzarse. Durante varias semanas parecía esperar a Risa en aquellos lugares donde siempre caminaba, le obsequiaba con algún melocotón y la invitaba a compartir muchos vasos de sake. Sin embargo, apenas conseguía avances con la joven. Una noche se lanzó y Risa sorprendida solo pudo quitar la cara lo más disimuladamente posible dentro de su embriaguez. El encuentro quedó como algo donde ninguno de los dos dijo nada en los siguientes días.

El segundo chico, Iuchi Keisuke, tuvo incluso menos suerte. Al principio se acercaba a ella con timidez, con miedo a sugerirle un encuentro a solas. Cuando fue capaz de atreverse, Risa aceptó con una sonrisa. Mas esa misma tarde, en su refugio en lo alto de un melocotonero, pudo escuchar una conversación entre los dos participantes de la apuesta donde el Shinjo le decía al Iuchi que no conseguiría nada y que los dos perderían la apuesta.  

Al escuchar esa palabra Risa se marchó del árbol sin que nadie se diera cuenta. En su huida tenía los ojos cubiertos de lágrimas, ya que sentía que aquella amistad no era más que un juego con sus propios sentimientos. No se quedó a observar como el joven Iuchi confesaba a su amigo que su amor era real, que quería estar junto a ella y que había usado la apuesta como una excusa.

Cuando se encontraron aquella noche, Risa parecía normal. La misma chica que gastaba bromas y sonreía con facilidad. El chico bebió más de la media y cuando la Luna estaba en lo más alto del cielo, se lanzó en su primer beso. La única respuesta que obtuvo fue un manotazo de Risa en la cara, que sonaría hasta en las cortes del Clan Cangrejo. Con un “No volváis a jugar conmigo” se marchó. 

Varios días después y llenos de vergüenza los dos jóvenes se disculparon y le contaron la verdad a Risa. Aceptó la disculpa, pero no quiso emparejarse con el shugenja ya que sus sentimientos no eran los mismos que los de él. Aún así la amistad entre los tres no volvió a ser igual que al principio y con los años cada uno de ellos siguió un camino diferente.

Tras aquella experiencia Risa fantaseó con cómo sería su primer beso con una persona que le atrajera de verdad. ¿Sería alguien capaz de robarlo y ser más ágil que la mano de ella?, ¿o sería la joven quien se lanzaría apasionadamente a los brazos de alguien especial? 

Dibujo de Carmen